The OAS In the Twenty-First Century: Rediscovering Dialogue, Descubriendo el Dialogo de Nuevo
April 30, 2014
As a resident of the United States, you have Inter-American rights, defined by the Charter of the Organization of American States and the American Declaration on the Rights and Duties of Man. It is one of the basic instruments of the Organization of American States (OAS), an entity that most people have never heard of before.
The people who work for the OAS are among the most dedicated I have ever met during my time as an intern to the Permanent Mission of Ecuador. From a Caribbean ambassador with a Johns Hopkins degree to the cadre of former foreign monsters, the capability and commitment of these individuals’ gives warrant for optimism in the future of the organization in which they serve.
Occupying the stately corner of 17th and Constitution, the OAS is a Pan-American international organization, consisting of 35 indepen- dent member states from the western hemisphere. Its work centers on democracy promotion, human rights, security and development.
Tracing its roots back to the 1889 International Conference of American States, it is the world’s oldest international organization. It became a commercial bureau to promote fraternity and trade between states while maintaining the status quo. It was a gesture of American goodwill to Latin America. The OAS Charter was signed in 1948, a year after the Rio Pact.
The modern OAS is a participatory forum and mechanism for collective action. It is an entity similar to the UN, exclusively for the Western Hemisphere. Each member nation accredits a permanent diplomatic mission to the organization, with a Permanent Representative heading each post as his or her ambassador to the OAS.
Today, the OAS has reached a plateau of faltering relevance. As less and less people know about it, the organization’s ability to carry out mandates diminishes drastically. The OAS suffers from a pro- found inability to grow into a new role away from its defining crisis, the Cold War.
In a speech last year, Secretary of State John Kerry declared the Monroe Doctrine to be dead. However, the vestiges of the Cold War and Monroe Doctrine continue to muddle the OAS’ ability to meet goals.
Ambassador Fernando Suarez, a former deputy chief of the Ecuadorian Mission, says Latin America is in a period of profound change.
“Economies are rising, and democracies are maturing,” Suarez said. “So too must the institutions that serve them.”
The OAS cannot mature further with the current lack of trust that plagues it. The US plays a key role in making the OAS more inclusive and transparent. And currently, the US is losing legitimacy in the global community.
A young diplomat, who wished to remain anonymous, entered the organization believing that he could create change and that the OAS was an impartial forum.
“I didn’t believe the stories people told me about US control of OAS,” he said. But, after working at the OAS for two years, he reached the conclusion that US hegemony dictated policy.
The OAS has administered scholarships, ID cards and has tried fighting transnational crime and domestic violence. Think of any issue plaguing society today and there is most likely an inter-American mechanism or commission tasked with solving it. If the OAS is to be successful, it must tailor its objectives and build broad support among societal actors.
Efficacy must be the new measure of success. We can be hopeful that the OAS’ goals can be revitalized for this new century.
h3. Descubriendo el Dialogo de Nuevo
Que es el futuro de la Organización de Estados Americanos? En el momento que se encuentra Latino América, la misión de la OEA está en crisis. Está encadenada por los vestigios de la guerra frio y con una mentalidad de un lado contra el otro. La nueva izquierda de American Latino está en muchas formas rechazando el corriente sistema Inter-Americano. Con entidades como UNASUR y ALBA, nuevos foros se están manifestando dentro de las Américas. Hay un futuro parale OEA? Para formar una respuesta es crucial recordar y redefinir como la OEA aun pude afectar cambio positivo.
Durante mi tiempo como pasante en la Organización, conocí a persones sumamente dedicadas a su trabajo. Desde un embajador del Caribe graduado de la Universidad Johns Hopkins, a los numerosos ex cancilleres, la capacidad y el compromiso de estos individuales da mucho optimismo en el futuro de la organización en la que sirven.
Los pillares que integran la OEA son la democracia, derechos humanos, seguridad, y el desarrollo económico. Con la sede principal en Washington, DC la OEA se encuentra aún como la organización pan-americana más estabilizada. Su membrecía es hecha por los 35 países independientes de las Américas.
La historia de la OEA comienza con la Conferencia Internacional de Estados Americanos en 1889. En los primeros días, la organización se desarrolló con un enfoque comercial para promover la fraternidad y cooperación económica entre los estados miembros. En un sentido fue una gestión de buena voluntad de los EEUU. Pero también fue una organización comenzada para el mantenimiento del statu quo del poder de este país. Después de la Segunda Guerra Mundial, el Tratado de Rio fue firmado en 1947 y el próximo año la carta de la OEA fue finalmente firmada en Bogotá, Columbia.
La OEA moderna es diseñada como una entidad participativa con mecanismos para acción colectiva. Membrecía está restringida a naciones Americanas, pero setenta naciones de partes distintas del mundo se encen- tran como observadores permanentes. Cada estado miembro acredita una misión permanente a la OEA, dirigida por un representante permanente que se encuentra como Embajador o Embajadora de su país a la organización.
La OEA tiene un gran problema de marketing y de una audiencia menguante para su trabajo. Esta disminuida relevancia está basada en le inhabilidad de la OEA a crecer a un nuevo rol, fuera del marco de la guerra fría y hegemonía de los Estados Unidos Americanos. Aun no se encuentra con un mandato cambiado para el siglo veintiuno.
Hablando con el Embajador Fernando Suarez, quien fue el segundo a car- go en la Misión del Ecuador, explicó que América Latina está en una época de cambio profundo.
“Economías se están fortaleciendo y democracias están madurando,” dijo Suarez. “También tienen que madurar las instituciones.”
La OEA no puede madurar aún más con la falta de confianza en su trabajo que existe. Los EE.UU. lleva un papel clave en afectar una transformación en la OEA, a través de instituyendo una política más inclusiva y transparente en la entidad. En actualidad, los EE.UU. está perdiendo legitimidad en el orbito del hemisferio.
Un joven diplomático, quien pidió no ser identificado, entró en la orga- nización creyendo que podía ser parte de hacer un cambio real y que la OEA era un foro imparcial.
“Yo no creía lo que la gente me decía sobre los Estados Unidos en la OEA,” dijo Pero después de haber trabajado para la OEA durante cinco años, llegó a la conclusión de que la hegemonía de EE.UU. dicta la política en el organismo.
Otro problema grande es que los programes de la OEA han llegado a tener un ámbito muy ancho. Por eso resultados concretos han disminuido. La OEA administra becas, da tarjetas de identificación en selectas áreas, y trata de luchar contra el crimen transnacional y la violencia doméstica. Piense en cualquier tema que plaga la sociedad, y es más que probable que existe un mecanismo o comisión interamericana para resolverla.
La eficacia debe ser el nuevo estándar para medir el éxito en la OEA. Hay razón para tener gran esperanza que los objetivos de la OEA pueden ser revitalizadas para esta nueva época.